Nos caímos de la cama el sábado por la mañana con un día primaveral espectacular y algunas no volvimos hasta las 6 de la mañana... y eso que todavía no he empezado a tomar Goji. Eso será la semana que viene...
Desayunamos en el Filferro poniéndonos al día, chicas, a este paso vamos a tener que redactar actas... y ensayamos la nueva coreo en la sala Carmen Amaya. Lo de la nueva coreo va en serio, de hecho, yo he recibido una señal directa esta semana que luzco en mi oblícuo izquierdo. Bocata y tinto de verano granizado, cortesía de Tita Dai en su versión más apañada. Todo esto en un banquito del paseo marítimo, mirando al marrrrrrrrrrrrrr y con el coche aparcado justo detrás de nuestros omoplatos. Ideal, vaya, si no fuera porque nuestro pequeño peluchín con rizos, Diana, tenía algunos viruses haciendo de las suyas por su organismo. Aguantó como una campeona tooooodooooo el día. Ya te lo dije Di, eres mi ídola. Cafecito, infusiones y anillos, gentileza de la industria farmacéutica en casa de Mónica, Mabel, te dejaste el artilugio, espero que no lo echaras de menos ;) y nos llegarnos hasta el estudio de Alnouart.
El taller estuvo genial. Allí estuvimos sometiendo a diestro y siniestro a técnica y coreo Moulin Rouge. La relajación de Mabel ,estupenda, con el cuenco tibetano y el recuerdo al sacro olvidado que nos trajo un perro mientras comíamos en el paseo de la barceloneta ;) Gracias por vuestro buen rollo chicas y por vuestra energía. Todo el mundo comentó que se lo había pasado en grande y que el ambiente del taller fué genial. Esas cosas se notan y es una gozada que así sea.
Después del taller, el porespan hacía aparición en nuestros paladares y degustamos una cervecita fría en una plaza de Gracia. Checo, polaco o mejicano y rimas a parte, el caso es que nos aderezamos un poquito y a contrareloj nos lanzamos a la Fiesta egipcia en la academia de Munique donde nuestra Sílvia bailaba en su versión más clásica oriental. Disfrutamos de ella y de aproximadamente una hora más con el resto de las actuaciones y al salir fiuuuuuuuuuuuuung al chino pijo donde devoramos y degustamos, según versión, los manjares de este restaurante que ya es un clásico entre nosotras.
Al salir de la cena, quedamos en pié de guerra mi hermana, Teresa y yo y pensamos que lo mejor para dormir bien y hacer la digestión correctamente era una copita en vaso de tubo. La copas se alargaron hasta las 6 de la mañana. Será que el Chino da mucha sed ;) , con unos dancings y unas risas antioxidantes. Acabamos, cosas del destino, con una boa roja espectacular cada una, un collar de perlas, unos guantes negros a lo Gilda y una diadema charlestonera con plumas rojas. Hoy hay plumas rojas en nuestras casas, en los taxis, en algunos locales... Otra señal. Es lo que tiene... Moulin Rogue ;)